domingo, 25 de marzo de 2018

Constante ingeniudad


Me río de mi ingenuidad
que al amanecer, con la frescura del nuevo día
repite oraciones convencida de su virtud 
que amerita la continuidad de sus días
de su forma tan elemental, tan básicamente insustancial.

Acercándose el ocaso 
cuando las luces matizan
con misterioso contraste 
los recuerdos 
facilitando un relieve engañoso a los momentos
se hace presente por segundos
el prodigio del engaño 
en que ha incurrido todo el día.

¡Vaya con la ingenuidad!
y su credulidad entusiasta de repetirse 
cada día
de no verse las grietas a razón del gesto reincidente del desencanto
al anochecer, 
cuando Morfeo susurra la verdad escondida
los sabios ríen doblados detrás de las cortinas de la escenificación

El comediante que reencarna cada mañana
para hacer que rían los santos 
hasta que el inconsciente actor
sale desnudo y miserable a dar las gracias por la lección.

Algún día será curtido y en la danza perderá los vestidos
la carne y el nombre, 
la materia y quizá la sed.

Ojos vacíos y desnudos reciben el aplauso
¡Por fin ha vencido!
y con el ultimo aliento toca una canción de despedida
siempre es bueno despedirse con una canción.

Yo también me río como los santos
como los sabios.
Sin virtud y sin sabiduría
no queda más que morirse de risa.