sábado, 21 de septiembre de 2013

la barca hueca

a lo lejos las palpitaciones del día, certeras en los últimos rasgos de la noche
viento húmedo, denso, rostros pálidos entre la maleza del parque
despierta el incesante ruido de la máquina que quizá por un momento muy breve cesa
pero nos transporta
todo en sí, nos transporta
el viaje se inaugura despertando con el día
plantada su simiente en la fertilidad del sueño del que sueña, piensa, imagina y medita en un mismo gesto
se precipita un vertiginoso paso por la escalera
y cada palabra que rueda por el papel se pesa en la balanza del sentido y la belleza
se la sacrifica y resucita luego
en la fragilidad de la imagen que suscita, llanamente como un resoplido de ánimo o resignación
un pájaro canta en solitario
se pregunta por el paradero del sol
se pregunta o reza en su idioma de ave
alimentando el sonoro paisaje del amanecer
muchas mañanas el escapista deambulaba entre los ruidos del recién llegado día, demacrado y en ayunas se escabullía entre los basurales y las banquetas chorreantes de los negocios del barrio
y así asciende en su educación
dos esfinges guardan el secreto de este cruze por el valle citadino
donde se expresa le entraña de la máquina
aunque infinitamente bello el camino a casa es turbio
la barca austera se sacude entre sus rápidos torrentes
se desploma
y solo su naturaleza de vientre hueco la mantiene viva y la restituye en el camino