y llegó el ocaso de los días
alterando las visiones con sus ondas purpurinas
qué estremecimiento es reconocerse vivo al fin
soñando que se ha encontrado la orilla del mar
mirando las naves tornasoladas por encima de los cerros
entre la niebla y el sol
el águila se acerca al valle para encontrarse con el espectro humano que ha sido
admira el movimiento de sus ojos su carnes y el brillo energético
no siente sino satisfacción de haber sido y ser, sólo ser
desde esa altura nadie le puede mirar,
ni demandarle una razón o una fuerza para resistir e insistir
solo hay espacio entre sus alas y en medio de las sombras que se crean
solo espacio vacío en el corazón de la materia percibida
no hay palabra ni acto que puedan amedrentar un vuelo solitario
solo hay espacio vacío en el corazón de la materia imaginaria
no hay nombre que pueda limitar una visión totalitaria
solo hay espacio vacío en el corazón del espectro que se apaga
y la luz que resiste es la estrella perenne que se agita
soñando, celebrando a aquel que soñó ser.